terça-feira, 2 de janeiro de 2018

Larga vida, Revolución

Rosas y Estrellas. Pintura de Raúl Martínez

Cuando de muchacho decía la palabra Revolución, estaba muy lejos de comprender el peso real de aquellas letras que desde entonces escribía con mayúscula. Me hablaban de la Revolución como algo a admirar y cuidar mucho. Y así aprendí a quererla. En aquel entonces, menos por convicción y más por imitación a los abuelos que vivieron las de Caín antes del 59. Después me lo confirmaron los libros de historia.
Luego la Revolución dejó de ser algo abstracto para mí, comencé a interpretarla por la salud y la educación gratis de la que me hablaban en la escuela, y porque los niños podían jugar solos en el parque, y porque no había guerras ni hombres malos con pistolas en las calles.
Más acá supe que la Revolución era cosa de los hombres y la guerra, que era cosa de Fidel, y me hablaron del camino difícil que comenzó con el Moncada la mañana de la Santa Ana de 1953; supe de muchachos clandestinos, de barco y de tormenta, de lomas y Turquino, de invasión y triunfo.
Y así me la enseñaron alguna vez, como tres o cuatro hechos importantes que caben en un párrafo, y afortunadamente aprendí después que entre fecha y fecha trascendente caben un montón de acontecimientos y hombres; como entendí que los héroes no son solo cosas de los cuentos infantiles.
A la vuelta de los años ya nadie me cuenta la Revolución, ya por la historia aprendida y por los pocos años vividos sé que la Revolución es sobre todo, un hecho de patriotismo y dignidad.
Y así la entiendo yo, como un fenómeno que ha forjado en mí, como en buena parte de varias generaciones de cubanos, dignidad y rebeldía para enfrentar la vida.
Dondequiera que está escrita la palabra Revolución, puede escribirse Cuba; a fin de cuentas Cuba está soberanamente inscrita en el mapa mundial gracias a la Revolución de la que todo cubano, de este lado o aquel, tiene al menos una historia hermosa que contar.
El primero de enero de 2018 la Revolución Cubana celebrará su cumpleaños 59 y comenzará a correr el año de su aniversario 60. En el camino muchos han sido los baches y los escépticos que nunca imaginaron que las raíces echadas en la pasada centuria llegaran tan profundo como para recoger frutos en el nuevo siglo.
La Revolución hoy es cosa de nosotros, lo que tenemos que hacer para preservarla en el tiempo y legarla como la heredamos de Fidel lo dejó dicho él mismo, no hay que repetirlo más sino llevarlo al día a día.
Por eso, cuando el futuro incierto nos carcoma la voluntad de seguir, cuando gente que habla de la Revolución como si hubiera pateado la Sierra Maestra de arriba a abajo con Fidel lanza consignas vacías al éter, cuando esa gente desmotiva a uno hay que recordar que la Revolución es más grande que ellos, que ellos pasarán y la Revolución quedará por siempre.
Cuando algo invite a titubear hay que evocar a Retamar y aquellos versos escritos el primero de enero de 1959:
Nosotros los sobrevivientes,
¿A quiénes debemos la sobrevida?
¿Quién se murió por mí en la ergástula?
¿Quién recibió la bala mía,
La para mí, en su corazón?
¿Sobre qué muerto estoy yo vivo?

Por: Javiel Fernández Pérez